La Montaña

AGUIRRE Y AYOTZINAPA, PRESENTES

Hay que clavar las palabras como clavos/

que no se las lleve el viento.

Manolis Anaghnostakis

La memoria nos salva de las negras pretensiones del inquilino de Los Pinos y su burocracia. Nos incitan a olvidar, a "superar" las desapariciones forzadas, los homicidios de activistas sociales, entre otras cosas, pero los hechos son demasiado tercos y la conciencia social es tremendamente obcecada. Las amenazas arrecian y las medidas represivas ya estrenaron cartel contra el movimiento por los 43 normalistas de Ayotzinapa, pero eso se ha vuelto acicate para los amplios grupos sociales agraviados por esos acontecimientos.

Las efemérides se vuelven un referente obligado para la resistencia popular frente a esa ofensiva. El lunes 26 arribamos al cuarto mes de los acontecimientos que en Iguala terminaron con el asesinato de seis jóvenes y las desaparición de 43 normalistas. El martes 27 conmemoramos el XVI aniversario luctuoso de Jorge Aguirre. Una marcha en Culiacán y otra en Navolato. La primera reclama la presentación de los normalistas desaparecidos y la segunda demanda la paz y el respeto a los derechos humanos en México.

La lucha de Aguirre y los acontecimientos de Tlatlaya e Iguala, son dos momentos que dibujan el México de nuestros días. Los sueños del defensor de los derechos humanos      quedaron truncados por el acoso y acción homicida de criminales que siempre encuentran el respaldo y complicidad de la autoridad a quien sirven en última instancia. La desaparición de los normalistas no es tampoco la acción aislada de un grupo de criminales al margen del Estado. Un cordón umbilical, tan doloroso como perverso, une a ambos acontecimientos. En un cabo se ubica el Estado y en el otro los pillos sin charola, cerrando ese círculo que mantiene en vilo las esperanzas de alcanzar justicia y paz en este País.

Los dos acontecimientos abren las puertas de la historia de par en par, para cuestionar de fondo los daños y agravios que sufre la sociedad mexicana desde hace décadas: una crisis económica que no ve el final y acumula pobreza, desigualdad e injusticia social; una inseguridad pública que completa su círculo vicioso (¿dantesco?) al lado de la peor corrupción conocida desde los tiempos del vendepatrias López de Santa Anna y que va dejando en el camino decenas de miles de muertos y desaparecidos en cada sexenio, sin que haya voluntad política desde el Estado (¿por compromisos o complicidad? para detener esa creciente violencia que mina peligrosamente los cimientos sobre los que se construyó esta Nación.

Y frente a la sensibilidad de familiares y sociedad que volvieron a reiterar su voluntad de mantener firme la exigencia de presentación de los estudiantes de Ayotzinapa, el Estado abre tercamente dos nuevos frentes: la represión y el cierre del caso. Ahora tenemos cientos de policías federales en la ruta del Sol (México-Acapulco), que están chocando con los estudiantes guerrerenses que exigen justicia para Ayotzinapa.

El frente más doloroso es el que cava la PGR, pues con su "verdad histórica", Murillo Karam pretende cerrar el caso de los 43 estudiantes desaparecidos. No hay pruebas científicas para demostrar las afirmaciones de la fiscalía, han dicho los expertos, pero al estilo de siempre, con las declaraciones de testigos (que dejan un mar de dudas) se procura resolver el caso. Ni los padres de los desaparecidos, ni los expertos e instituciones científicas que han intervenido u opinado, ni los movimientos sociales que apoyan, aceptan esa "verdad histórica" de la PGR.

No hay voluntad política para atender y resolver el caso Ayotzinapa como lo recomendó Ban Ki-mon, secretario general de la ONU. Y puestas así las cosas, el Estado (Enrique Peña Nieto y burocracia), con la simpatía activa de Televisa, Roberto Servitje (Bimbo) y otros, buscará por las vías de la represión y desmantelamiento de la investigación, dejar las cosas del tamaño que las conocemos. La otra parte, la sociedad, como en muchas otras coyunturas históricas, ya sabe a qué atenerse: sólo la movilización social, la memoria viva y la exigencia permanente, pueden garantizar justicia para el caso Ayotzinapa, Aguirre y todos los casos pendientes. Son las únicas veredas para la esperanza. ¿Nos atreveremos a caminarlas? Vale.

Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/
Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com