La Montaña

UN ADIÓS A MARGARITA VELÁZQUEZ

“Medimos mal el tema de seguridad y el Estado de derecho”

Aurelio Nuño. Jefe de Gabinete de EPN.

El "Chapito" José de Jesús Calderón le había dicho que los desaparecidos estaban en manos del Ejército y que serían liberados 40 años después. -Ella esperaba con impaciencia los tres años que faltaban para cumplirse el plazo- Dijo doña Consuelo Carrasco. Pero la vida no le concedió el tiempo que tanto anhelaba para confirmar si la palabra empeñada era cierta o simplemente una más de tantas mentiras oficiales.

A los noventa años de edad, la lucidez, la determinación de no cejar en la búsqueda de Carlos, el hijo desaparecido, y la dignidad como divisa moral, nunca la abandonaron. Recientemente la visitaron de la oficina de protección a víctimas de la Secretaría de Gobernación y le ofrecieron apoyo económico, como parte de la reparación del daño por la desaparición de su hijo. No sólo la rechazó, les dijo que su hijo fue detenido junto a dos de sus compañeros de lucha cuando se trasladaban en un transporte público, que se lo llevaron bien de salud y que exigía que así se lo entregaran.

Atrás quedó su infancia en una colonia pobre de la ciudad de Tepic, donde el Río Mololoa amenazaba con ahogar esas humildes viviendas a cada lluvia pertinaz. Su recio carácter se forjó en una ciudad obrera que respiraba al ritmo del ingenio azucarero El Molino (después Menchaca) y que aún vivía el luto por la muerte del poeta Amado Nervo. Si la vida fue dura con ella en esa infancia, si tuvo que ser padre y madre al enviudar joven y luego enfrentar la desaparición forzada de Carlos, también tuvo sus desquites: ¿acaso no se conquistó una Ley de Amnistía en 1978 y la libertad de los presos políticos y el regreso de los exiliados y perseguidos y de no pocos desaparecidos, aunque no estuviera entre ellos Carlos?

¿Cómo olvidar que en el nacimiento de las comisiones de derechos humanos gubernamentales están también los afanes de Margarita, Rosario Ibarra y muchas otras madres con hijos desaparecidos. La vida resultaba muy seria como para no reírse con ella a la primera oportunidad: cómo saber su edad, doña Margarita contaba con dos actas de nacimiento. En la primera quedó asentado que nació un 19 de septiembre de 1924 y en la segunda un 9 de octubre de 1927. Cómo toda dama que se respete, supo jugarle bromas en serio al inexorable tiempo.

La terrible noticia llegó como una congelante ráfaga de viento polar. Miembros de la Brigada Blanca lo habían detenido en la vía pública y no lo volvió a ver. Fue un fatídico 29 de agosto de 1977 que se clavó en lo más profundo de su alma. La pena no la llevó a llorar sin consuelo por los rincones de su casa. En ese momento surgió la enérgica activista social.

Si el enemigo actúa organizado y con todo el peso de las instituciones, luchar aislado es lo menos recomendable, por eso doña Margarita fue de las primeras en promover lo que luego se llamó Unión de Madres con Hijos Desaparecidos. El poder de convocatoria empezó a sentirse desde octubre de 1977 y llegaron las grandes manifestaciones de los universitarios y de colonias, y las marchas a la ciudad de México y la coordinación de ese movimiento por la Amnistía con doña Rosario Ibarra de Piedra y los movimientos en los estados del País.

En vísperas del Tribunal Popular que juzgó los casos de desaparición forzada de personas el 30 de agosto de 2014, la energía, lucidez y disposición de Margarita fue determinante en los preparativos. Por todo ello es difícil aceptar que el disparejo piso de la banqueta vecina, no sólo la hizo perder el equilibrio la tarde del 22 de diciembre pasado, también la llevó a la cama y en un mar de complicaciones terminó rindiendo tributo a la madre tierra el día 4 de enero. Faltaban tres años para ver cumplida o incumplida la palabra del "Chapito" Calderón. No pudo esperar por ellos.

Con la partida de Margarita es hora de hacer un reconocimiento a todo el grupo de Madres que inició la lucha por la presentación de los desaparecidos. Dejan un legado que marcó a México: la cultura de los derechos humanos. El granito de arena que doña Margarita aportó en esta causa, seguirá dando cuerpo al inacabable trabajo de los organismos de la sociedad civil que nos dedicamos a la defensa y promoción de los derechos humanos. Descanse en paz Margarita Velázquez, pionera de la lucha por las mejores causas humanitarias. Y que nuestro abrazo solidario alcance también al compañero Raúl Pérez Arroyo, que ha perdido a su madre en Mexicali de los Flores Magón. Vale.

Profr. Oscar Loza Ochoa
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