No fue jueves,
pero fue un día traumático para Culiacán. Y tenemos que aceptar que estando en
medio de una crisis hay momentos especialmente difíciles. Eso fue el pasado
miércoles 21. No es que las jornadas anteriores hayan sido color de rosa, pero lo
que ocurrió ese día en el Penal de Aguaruto captó toda
la atención de la ciudad capital y trascendió más allá de las fronteras
nacionales. Esos momentos de angustia e incertidumbre en la cárcel más grande
de la entidad inundaron las redes sociales casi al instante, convocando a la
población a dar seguimiento a las consecuencias que pariría un poco más de
media hora de enfrentamientos al interior del Instituto de readaptación.
La situación fue
considerada por las autoridades como preocupante y de alto riesgo para la
población civil y determinaron aislar el área circundante al penal. La
autopista quedó bloqueada, nadie podía circular por esa vía ni rumbo a Navolato
ni en dirección a Culiacán. Mientras un sinnúmero de patrullas de la Policía
Estatal, de la Guardia Nacional y del Ejército se alineaban alrededor de la
fortaleza de Aguaruto o patrullaban las inmediaciones,
en prevención de cualquier acción que le impusiera un plus a lo que ya
preocupaba.
Sin importar la
tensión que se vivía al interior y en las inmediaciones del penal y de la
invitación de las corporaciones que vigilaban a retirarse del lugar, un
importante número de familiares con internos se concentraron en ese punto
geográfico para preguntar sobre sus seres queridos. La información no fluía, lo
que desesperaba a esos ciudadanos que anhelaban tener una información precisa
sobre la salud y problemas por los que estaban pasando. Destacó entre esas
personas la familia de un pastor religioso que visita la Institución y asiste espiritualmente
a internos.
Llegaron dos quejas
a la CEDH, una en la que familiares de un interno afirmaban tenerinformación precisa de que dicho
interno había recibido golpes y malos tratos de parte de elementos de la
Guardia Nacional, esto durante la revisión realizada después de la balacera que
se vivió en el Centro de Rehabilitación. La otra petición se refería a una nota
e imagen que circulaba en redes en la que se informaba de un joven herido. Y
los quejosos solicitaban que la CEDH buscara información sobre el caso. Esto
fue este viernes pasado. Como la información que solicitamos no fluía de
inmediato y por la importancia de los casos, se acordó trasladarse al centro
penitenciario.
Llegamos como a
las 2 de la tarde al Penal de Aguaruto. Se solicitó
ver al director de la Institución. Nos mandó decir que estaban realizando un
"barrido" por todos los módulos de la penitenciaría junto al secretario de
seguridad. Y que cuando terminaran la revisión estaría con nosotros. Cerca de
las 4 de la tarde pudimos entrar al CEDJUDE acompañados de familiares del
interno que se reportó como herido. Fuimos recibidos por el director del
sistema penitenciario y poco después se integró el director del penal.
En primer lugar,
solicitamos información sobre el interno herido y la necesidad de que los
familiares pudieran verlo. En atención a la solicitud primero vino el médico
jefe del Departamento de Enfermería, nos explicó el caso y enseguida trajeron
al interno. La entrada del doctor con su figura breve, empática y su parecido
al autor de Cien Años de Soledad, espantó cierta tensión que prevalecía aún
entre los visitantes. Hubo una larga convivencia entre familiares e interno,
donde los silencios prolongados fueron parte de un diálogo tan anhelado después
de los acontecimientos del miércoles 21.
Después entramos a
los patios y estuvimos en los módulos 6, 7 y 10. Los patios generales lucían solos.
Los internos estaban en sus módulos. Policías estatales y de la Guardia
Nacional se ubicaban en puntos importantes. En el módulo 6 estaban junto a las
rejas dos jóvenes internos y al fondo se apreciaba un grupo de reos atentos sobre
algo de interés común. Hablamos con los dos jóvenes que nos comentaron que se
estaba sirviendo la cena. Nos refirieron la falta de agua purificada en el
módulo. Luego pasamos al módulo 7, en el patio externo había siete jóvenes presos,
dos conversando separados en un cobertizo a mano izquierda. Uno de ellos
comiendo una bolsa de snack, de eso que suelen llamarse "viejitas". Se acercó y
quiso compartir con nosotros su "chuchería".
Al fondo, pegados
a la reja de entrada al módulo 7, un grupo de unos 20 internos pedía que se
llegara con la cena y solicitaban agua para tomar. Eran alrededor de las 5 de
la tarde. El director del sistema penitenciario les contestó que en eso estaban.
En la parte derecha del patiecito, bajo la acogedora sombra de un árbol estaba
un grupo de cinco reos. Le pregunté por la edad a uno de ellos porque me
pareció muy joven y lucía imberbe. Dijo que tenía 21 años. Otro más de barba
cerrada, en broma reclamó que no le preguntaran la edad a pesar de que era
menor que el joven lampiño.
Al fondo de ese
pasillo se encuentra el módulo 10 y hacia allá fuimos. Nuestros ojos buscaban
alguna huella que hubiera dejado la lamentable jornada del día miércoles. No se
observaron indicios de combate sobre la parte pavimentada y el piso de tierra. En
algunas partes hay pintura nueva sobre paredes, ¿habrá alguna narrativa de la
jornada del miércoles 21 bajo esa pintura?
No podemos
asegurar nada. En el camino al módulo 10 había un perro entrecano, de tamaño
mediano, silencioso y de mirada inteligente. El módulo lucía desolado, pues su
población fue traslada a otros espacios después del evento violento del
miércoles. ¿Qué lección nos deja a autoridades y sociedad la jornada del
miércoles? A ojos de todos resulta increíble que no se hayan registrado muertes
ni heridos (salvo el mencionado líneas arriba), en una jornada donde las balas
no tuvieron descanso a lo largo de una media hora. Si las medidas de seguridad
tomadas llevaron más de 48 horas para considerar viable la reanudación de la
visita de familiares a internos, ¿de qué tamaño se considera la gravedad de los
hechos mencionados? Dos cosas se imponen ante la situación planteada: rediseñar
el sistema penitenciario en Sinaloa y definir las responsabilidades de la
autoridad local y las que corresponden a la autoridad federal. Esto implica,
entre otras muchas cosas, que el viejo penal de Aguaruto
debe preparar su jubilación. No puede cumplir todas las responsabilidades con
que carga. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisi n de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jes s G. Andrade #475 Desp. 8/Culiac n, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com