Nuestras
víctimas nos conocen por sus heridas y por sus cadenas:
eso
hace irrefutable su testimonio.
Frantz Fanon
La crisis
humanitaria que padecemos no se incubó ayer. La fuerza y tropel con que marcha
después de dos meses nos grita a voz en cuello que echó raíces en serio no sólo
en la estructura económica, sino en buena medida en los vasos comunicantes que
le dan oxígeno a la sociedad. Sin descartar que la vida política también está
salpicada de manchas indelebles que deja las actividades ilegales. El ejercicio
de la crítica debe partir de manera dual desde la autoridad y desde las bases
sociales. Quizá sea más natural, más productiva y más sana si esto arranca
desde las filas de una sociedad a la que le urge encontrar la salida definitiva
a la crisis.
Existe una
pregunta que lleva tiempo en los labios de muchos ciudadanos, ¿qué porcentaje
de nuestro PIB tiene influencia de capitales non sanctos? Es decir, de esos
capitales cuya cuna no se puede presumir abiertamente. ¿Alcanzará el 12 o el 17
por ciento del total? Es muy importante que empresarios y especialistas en el
tema tomen la palabra y nos acerquen a las cifras reales. Porque más allá de
tener precisos los números y cantidades, es importante, muy importante, tener
una actitud frente a ello. Hace años, el analista José Luis López Duarte, hizo
un planteamiento que debe regresar al análisis: ver la conveniencia de una amnistía
a esos capitales, pues a final de cuentas costaron vidas, salud e inseguridad a
toda la sociedad, sin que ello reduzca la responsabilidad penal de quienes han
hecho oficio y carrera en el delito del trasiego de drogas y lavado de dinero.
Seguimos
esperando que el primer eje de los cuatro de la estrategia de Claudia inicie su
aplicación en Sinaloa y en los estados llamados claves. Pero que arranque ya. Hay
desesperación por las cuotas diarias de pérdidas de vidas e integridad de los
jóvenes a quienes deben estar dirigidas esas medidas. Los jóvenes no pueden
esperar, como decíamos hace años, al tiempo de las calendas griegas. También
esperamos medidas de carácter social del gobierno de Rocha Moya. Que el perfil
de gobierno humanista tome el espacio o los espacios que permitan rumbo y
andadura diferente y constructiva.
El presupuesto
debe tener otro rostro, que identifique muy bien la nueva política y el rumbo
que se propone en materia económica y de seguridad. El discurso no adquiere ni
contenido verdadero ni sentido social sin que el presupuesto económico le dé el
sustento necesario. Las medidas administrativas y las políticas públicas
requieren de recursos. Y éstos no pueden limitarse bajo la argumentación de que
el Estado tiene muy cercanas las fronteras de sus posibilidades económicas.
Orientar el presupuesto hacia las necesidades centrales, atendiendo lo urgente
y lo imprescindible a mediano plazo, permite tomar en manos seguras lo que debe
construirse ahora y consolidar mañana.
También
dependemos de las condiciones externas. Por ello hay que prepararse ante las agresiones
que vendrán de la administración Trump. Ya se ha adelantado a echarnos la culpa
de todo lo relacionado con migración y tráfico de drogas. Nos amenaza con
incrementar al 25 por ciento nuestras exportaciones y otras lindezas por el
estilo. Que no se nos olvide recordarle que buena parte de la responsabilidad
está en su infinito mercado de adicciones y el tráfico de armas y la largueza
con la actúa el sistema financiero internacional de EU y de Inglaterra.
Quieren
obligarnos a detener los flujos migratorios de los países centroamericanos, que
siguen siendo saqueados por sus consorcios sin que haya inversiones como
compensación. Ya lo hemos hecho sin que haya correspondencia en el rubro de
tráfico de armas o posibilidad de enderezar el comportamiento de su ambiciosa
banca. Hagamos planteamientos de negociación en serio. No puede haber
compromisos sólo de nuestra parte mientras que ellos los niegan. Nos quieren
dictar cátedra, sin ningún rubor, como lo hace su embajador Ken Salazar.
Exhibamos las responsabilidades que le corresponde a la administración
estadounidense ante Wall Street y su banca y a su Poder Judicial frente a los
fabricantes de armas.
No está mal que
haya una estrategia nacional sobre la violencia en nuestro país, pero desde
2006 que Calderón inició la llamada Guerra contra el Narcotráfico ha quedado
muy claro que ninguna acción policial o de las fuerzas armadas de esa
envergadura puede funcionar sin controles desde la sociedad civil. La CNDH,
las comisiones estatales de derechos humanos y organizaciones civiles han
documentado hasta la saciedad una y mil violaciones a los derechos humanos,
como para seguir negando ese tipo de control. Si queremos encontrar una
solución a esta situación de crisis y con el menor costo social posible, los
órganos de control civil deben tener un carácter constitucional y actuar con la
efectividad que nuestra emergencia requiere y exige.
Y entre las
nuevas tareas, la Secretaría de Educación Pública y Cultura, tiene las suyas en
el entorno de la crisis actual. Hasta hoy no ha ido más allá de las que
corresponden al espacio de las aulas. La SEPyC debe invadir todos los campos de
la comunicación escrita, digital y de audio. Y debe estar presente las 24 horas
del día en todos los espacios públicos y en la medida de lo posible en los
privados. Formar una nueva generación de ciudadanos y ciudadanas no es un
asunto de lo que las aulas abren en posibilidades. La SEPyC debe ir por todo o
renuncia a la rectoría educativa como esencia de su ser.
El gobernador
debe entender que la vivienda, el empleo y la educación, son los ejes centrales
que deben tomar cuerpo en la segunda parte de su sexenio. Con ello sentaría las
bases de los 17 objetivos y 169 metas que busca la Agenda 2030 de la ONU. Vale.
Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/ Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com