La Montaña

SEGURIDAD CUESTIONADA Y RIESGOS

Ante el proceso incivilizatorio que los grupos criminales reproducen
con autoritarismo y violencia, urge otro con un Estado democrático
y una sociedad civil organizada y participativa.
Luis Astorga Almanza

No es el tiempo la vara que debe medir los hechos violentos del 30 de septiembre en Culiacán. Casi dos semanas después, las autoridades locales se deshacen en explicaciones sobre si el apoyo a los militares agredidos llegó 20 minutos después del evento o si los refuerzos se presentaron apenas con 5 minutos de retardo. Hay mucha preocupación por dejar clara la imagen de que sí se respondió a tiempo al auxilio emergente demandado en aquella trágica madrugada.

Para una evaluación muy concreta hablar de los tiempos de reacción sobre un hecho es útil, pero el problema de la violencia en Sinaloa y en el país no es un asunto de acontecimientos aislados, es un largo proceso que encadena tantos hechos de agresión contra la vida humana, los valores que dieron cimiento a nuestra sociedad y el despojo de bienes, que reclaman sumar al análisis, además del tiempo, el espacio (geográfico, económico, político y social) en el que se desenvuelven como pez en el agua los delitos.

Luis Astorga es muy enfático cuando señala que si se quiere enfrentar en serio el problema del narcotráfico y sus secuelas, lo primero que hay que hacer es reconocer la magnitud del problema. Otros especialistas en el tema, nacionales y extranjeros señalan que el modelo sobre el que se trabaja al invertir presupuestos es dedicar el 75 por ciento a la represión y el resto a la prevención y que lo recomendable es invertir los porcentajes. Pero en esta materia tenemos dos maldiciones: no estamos solos y los presupuestos a la alza en seguridad se vuelven muy apetecibles.

Los gringos nos han impuesto el Plan Mérida, que prioriza una orientación de seguridad y uso de los recursos de acuerdo a sus intereses. Baste verlos supervisando nuestro trabajo en las fronteras sur y norte y la adquisición de equipo. El fortalecimiento de valores es un asunto ajeno y la participación social no se concibe más allá que seamos meros soplones, cuando interesa a la autoridad que se hagan denuncias.

En este marco, nos preocupa mucho lo que pueda derivarse en materia de seguridad después de los hechos del viernes 30 de septiembre. Nada apunta al fortalecimiento de un Estado de derecho democrático, lo prueba la sorpresiva toma de las instalaciones de la Policía Ministerial por elementos del Ejército y algunas declaraciones, que sin dejar de mencionar la palabra derechos humanos, poco parentesco se puede identificar entre ellas. Tiene mucha razón Astorga Almanza cuando señala que "un Estado democrático y una sociedad participativa fuerte, es la solución". “El autoritarismo ─que no pierde oportunidad para asomarse─ es lo peor que puede pasar.” ─Afirmó.

Por otra parte, nos duele mucho pensar en la doble tragedia que hoy viven los tarahumaras de Sinaloa municipio. Vinieron a Culiacán y se plantaron frente a Catedral para exigir el cumplimiento de acuerdos de 2014. El gobierno del estado no ha cumplido en la inversión de diez millones de pesos para arreglo del camino vecinal, no se construyeron las aulas y dispensarios médicos acordados, ni llegan los programas de prospera y 65 y más. El día 26 de septiembre (la tarde en que desapareció María Olguín, miembro de la etnia), se acordó que en la semana del 3 al 7 de octubre se llevaría a cabo una reunión en Sinaloa de Leyva, para concretar los acuerdos. No se ha cumplido.

Desde aquél día, la búsqueda de María ocupa todo el tiempo y las preocupaciones de los rarámuris, junto a organismos solidarios. Ni se concretan los acuerdos ni se encuentra a María. Increíble, que en una ciudad no tan grande, con apoyo de los medios, de organismos hermanos y de algunas autoridades, no encontremos a María. No faltan ya algunos comentarios que señalan que la desaparición de María no es ajena al nuevo incumplimiento de la palabra por las autoridades. No tenemos elementos para presumirlo, pero de haber una pizca de verdad en esta aseveración, sería terrible. Sí, sería terrible para los tarahumaras y para Sinaloa.

Aún nos queda un gran recurso: pedirle a la sociedad que haga un nuevo esfuerzo para localizar a María. No es posible que se vuelva nada, ¿qué explicación le damos a Fortino, su esposo, a sus nueve hijos y a su pueblo? Nos atrevemos a ir más allá: no encontrar a María y regresarla a su pueblo y su familia, marcará negativamente la historia reciente de Sinaloa y la de cada uno de nosotros. Recuerden que contamos con muchos medios y recursos como para no salir victoriosos en la búsqueda. Que cada quien cumpla con su tarea y lo lograremos. Vale.

 

Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/
Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com