La Montaña

MUJERES EN UN 8 DE MARZO

¿Es grande el mundo? ─Es grande. Del tamaño del miedo.

¿Es largo el tiempo? ─ Es largo. Largo como el olvido.

¿Es profunda la mar? ─ Pregúntaselo al náufrago.

Rosario Castellanos

─Para la mujer, la solución del problema familiar no es menos importante que la conquista de la igualdad política. ─ Diría Alejandra Kollontai. Un siglo después, esas palabras siguen siendo tan certeras como en los días en que las mujeres se atrevieron a cuestionar no sólo las relaciones al interior de la familia, sino a poner de cabeza un mundo donde los hombres priorizamos la violencia como recurso principal de solución a los problemas. Un 8 de marzo de 1913 y de 1914, las mujeres protestaron contra la guerra mundial y en 1917, en medio de la tragedia de una Rusia en derrota, las mujeres se lanzaron a la huelga por Pan y Paz también el 8 de marzo. Cuatro días después abdicó el agobiado Zar.

Hagamos un breve repaso del difícil camino de conquistas a lo largo de un siglo: derecho al voto, mejoramiento de las condiciones de trabajo y del salario (sin salvar aún claras desventajas), alivio en algunas relaciones familiares al establecerse el divorcio y el derecho al aborto; contemplando también beneficios sociales logrados en forma de salario: maternidad y guarderías para niños. Y en ese trajinar de Sísifo están los espacios que se han abierto en el campo de la política y de la administración pública, a pesar de las resistencias del club de Tobi (sin distinción de partidos políticos).

No podemos evadir el pase de lista de los grandes problemas que marcan a la mujer de hoy: en las migraciones hacia los Estados Unidos se ha generado una doble tragedia, las mujeres padecen las calamidades de los hombres en las travesías y aparte sufren el fenómeno de la trata, violaciones y explotación económica, arrastrando tras su peregrinar a una enorme ola de niños, con todos los riesgos que implica aventurarse por donde los adultos han sido y son víctimas de tantas infamias como migrantes.

Al enfermarse nuestro tejido social aparecen y crecen fenómenos que imponen nuevos retos a la mujer y a la sociedad: los feminicidios, la práctica de la desaparición de mujeres y el encarcelamiento masivo por delitos contra la salud. Pero al resolver algunas cosas y complicarse otras, las mujeres han aprendido que nadie hará por ellas el trabajo emancipador que requieren hacer. No hay duda que la escuela que cursan en materia política es muy aleccionadora: cada espacio y derecho se conquista movilizándose organizadamente, empujando hacia los lados y hacia adelante a los que se oponen a una vida social más democrática en todos los ámbitos.

Así lo fue en otros tiempos, así lo es en el presente. La Lisístrata de Aristófanes y las mujeres de ateneos y laconios, bajo la efectiva presión de una huelga sexual, obligaron a los hombres de ambos bandos a parar la guerra. En tiempos en que imprimir libros y dirigir una imprenta era cosa de hombres, Jerónima Gutiérrez demostró que podía hacerlo como esposa y luego como viuda del primer impresor de América. Y aunque a Olympe de Gouges no le perdonaran sus osadías en la Asamblea Nacional de Francia, quedó para la historia su Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, como señalamiento perenne de que en la otra declaración (la aprobada) no estaba contemplada la mujer.

En este 8 de marzo, vaya un reconocimiento a Josefa Ortíz de Domínguez, Leona Vicario, la Güera Rodríguez, Margarita Maza, Teresa Urrea "la Santa de Cabora", Agustina Ramírez, Juana Gallo, Clarita de la Rocha, Valentina Ramírez, Adela Velarde "la Adelita", Tina Modotti, Frida Kahlo, las guerrilleras del siglo pasado, las madres con hijos desaparecidos, Norma Corona, y en sus ilustres personas, quede incluido el que corresponde a las miles de luchadoras anónimas y al género bello de este planeta.

Los nuevos tiempos, tan rebosantes de crisis en todos los sentidos, replantean derroteros en los que no hay margen para más opciones. Un mundo más equitativo y justo es posible. No se puede alcanzar si unos y otras luchamos por separado. En ese marchar juntos se tienen que desmoronar los mundos que impusieron desigualdad entre hombres y mujeres. Hoy más que nunca es la verdad en materia económica, política, social, cultural y ambiental.

Lo que sucede en la familia y en la vida social nos impacta a todos. Los gabinetes de administraciones municipales y estatales deben ser invadidos por mujeres. Y los avances que se logren en la vida política no deben opacar la humillante realidad que vive la parte femenina más vulnerable: ser mujer, ser pobre y ser indígena. Los hombres quedamos emplazados también, sin remedio, ante las reivindicaciones femeninas. Vale.

Profr. Oscar Loza Ochoa
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