La Montaña

LOS DEMONIOS SUELTOS

 

Soy el llanto invisible

de millares de hombres.

Efraín Huerta

─No haremos obra perdurable. No tenemos de la mosca la voluntad tenaz. ─Dijo Renato Leduc. Y espero que esté profundamente equivocado. Son demasiado los demonios sueltos en nuestro País, como para cruzarnos de brazos. Después de los hechos de Iguala-Ayotzinapa hay una elevación de la conciencia popular en torna a la vida y acontecimientos públicos, pero a casi seis meses de distancia el principio de fatiga empieza a mellar el filo de las movilizaciones en varios lugares del territorio nacional.

Pero el movimiento surgido de esos hechos es la esperanza de México y pasar lista al mundo  de cosas que se nos viene encima hoy, al menos debe ayudar a establecer la magnitud que enfrentamos. Saber que la cuota de desaparición forzada de personas  en Sinaloa es una diaria, enchina el cuero; desayunar con la noticia de que 220 rarámuris trabajaban como esclavos en campos de Baja California; que 15 jornaleros agrícolas paran labores en San Quintín, para exigir el cumplimiento de lo que establece la ley como derechos laborales, nos deja pasmados. Y más aún la respuesta: no se cumple la ley, se les provoca violentamente y se les paga con golpes y heridas, y el encarcelamiento de 200 jornaleros detenidos.

Las tragedias del País no paran aquí, pues es grande el número de maestros de primaria a los cuales no les pagan a tiempo sus quincenas en diversos estados de la República, incluido Sinaloa, mientras se desarrolla una campaña de desprestigio; los medios nos informan de un grupo de policías federales que se dedicaban al secuestro de personas en Tamaulipas (a las que debían proteger); en Sinaloa vivimos el vergonzante hecho de las amenazas que frente a los medios lanza el comandante Aguilar Íñiguez al periodista Enrique Gil y, el colmo, la defensa del agresor (no el correctivo) la asume el gobernador Mario López Valdez.

Y por si fuera poco, productores de granos que en Sinaloa siguen movilizándose para que el Rey del frijol les pague deudas de la temporada pasada 2013-14, sin que las autoridades volteen a verlos; mientras el peso mexicano sigue ahogándose frente al dólar y los especuladores presionan para que fluyan hacia ellos más de los 50 millones de dólares que a diario salen de nuestras reservas nacionales, para saciar su apetito.

El petróleo, luego de las contrarreformas y puesto a la disposición  de las grandes compañías que controlan los energéticos a nivel mundial, no tiene esperanzas de levantar precio a corto plazo y habiendo menos ingresos por sus exportaciones, tiene la agravante hoy, de que hay que compartirlos con los especuladores. Entrarán menos recursos  las arcas de la Nación.

Hay cosas que provocan un alto gravo de preocupación por el impacto que tienen en la vida pública nacional: la corrupción, que por vieja conocida no es menos dañina, y que a tocado a Los Pinos con la Casa Blanca de Las Lomas y la de Ixtapan, y la de Malinalco, que desnuda corruptelas del secretario de hacienda. Pareciera que no habrá consecuencias por ello, pero abonan una actitud de desconfianza popular  que tomó nuevos niveles después de la desaparición de los jóvenes de la Normal de Ayotzinapa.

Y prueba de ello son las incertidumbres que se registran en Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Chiapas, donde hay zonas con riesgo de que no se instalen casillas el próximo 7 de junio y los altos niveles de abstencionismo que han previsto los especialistas en todo el País.

Lo más lamentable es que no vemos señales si en Los Pinos hay conciencia plena de cómo se están complicando las cosas y de su deber en inclinarse a la modificación de su estrategia política. Ya hay una iniciativa en el Congreso de la Unión para privatizar el agua. Esperarán, sin duda, a que pasen las elecciones para dar el golpe legislativo. En otros países, durante la profundización de una crisis, siempre se deja una puerta para el desahogo de la crítica. Aquí ni eso. La intolerancia se impone, así agrave más la preocupante situación que se vive.

Esa intolerancia se manifiesta con mayor fuerza en la medida en que los actos de corrupción desnudan al poder. No es extraño, pero sí muy lamentable imponerse de las agresiones que sufren los periodistas cada semana y cada mes, por ejercer su oficio con dignidad. La rescisión de contrato a Carmen Aristegui y a su equipo, es el golpe más reciente y sensible que la libertad de expresión y al derecho de estar informado ha recibido. En resumen, la economía no levanta, las heridas del País se profundizan y la única salida que pretenden desde las esferas del poder es que callemos. No es posible. El País reclama el ejercicio de plena ciudadanía para todos. ¿Nos quedaremos cruzados de brazos? Vale.

Profr. Oscar Loza Ochoa
Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa/Jesús G. Andrade #475 Desp. 8/Culiacán, Sin./CP 80000/
Tel. (667) 712.56.80/oscar.lozao@gmail.com