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FLANCOS DEBILES EN LA PROCURADURIA

Quedándose en la condena del crimen, aunque sin la salvación de la tragedia.

Carlos Fuentes

Hay tiempos para gritar el dolor y tiempos para llorarlo en voz baja. Muchas de las víctimas y sus familiares así sufren sus problemas, amedrentadas por las amenazas de quienes ya les hicieron daño y decepcionadas por una autoridad que las abandonó en medio de la tragedia.

No podemos explicarnos de otra manera la ausencia de muchos sinaloenses ante las convocatorias a manifestar públicamente un reclamo de justicia. Y vaya que no son pocos  quienes sufren los golpes demoledores de la violencia, lamentando la desaparición o la muerte de un familiar. ¿Qué le queda por hacer a un ciudadano ante la impunidad que cobija al delincuente y el desamparo que se convierte en su segunda piel?

El domingo anterior marchamos desde el Parque Las Riberas hasta la Procuraduría de Justicia. La invitación se corrió a un buen número de ciudadanos con graves problemas y sin ellos. Buscábamos darle vida a la campaña nacional “En los zapatos del otro”. Sólo caminamos por esas calles de Dios algunos pepenadores del relleno sanitario de Culiacán, veteranos productores de caña del ex ingenio de Costa Rica, familiares de desaparecidos, el organismo Sinaloa por la Paz y la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Sinaloa. Sólo un puñado de ciudadanos.

Como consecuencia nos recibió el Procurador este día de San Valentín y revisamos algunas averiguaciones previas, cuyos expedientes no agregan desde hace tiempo una sola diligencia o no apuntan para ningún lado a pesar de ello. Y al revisarlos salen las perlas que la procuración luce con tanta frecuencia: caso Silverio Cháidez, desaparecido a mediados del año pasado en Culiacán; el taxi que manejaba fue encontrado en Guasave y a pesar del reporte de robo, el agente del Ministerio Público que inició la averiguación en aquel municipio nunca informó a sus superiores del hallazgo (inmediato). Después de siete meses se incorporará esta averiguación previa con la de Culiacán.

Para consuelo de todos nos dicen que esto provoca una medida administrativa que sancionará de ahora en adelante a los agentes del Ministerio Público que no informen de los autos recuperados con reporte de robo. El colmo fue que el familiar del desaparecido dice haber visto en la misma pensión de Guasave otro taxi robado en Culiacán, del que tampoco se había dado informes. Él se encargó de avisarle al propietario.

Si hay hallazgos importantes en los autos como huellas dactilares u objetos que ayuden en el esclarecimiento de crímenes, sencillamente no han estado a disposición de la investigación central. Así de cruda y de grave es la situación.

O quizá más, si tomamos en cuenta que el joven Rosario Oropeza Ontiveros (hijo del ex director del periódico El Debate) fue considerado desaparecido por casi siete meses, a pesar de que sus restos estaban en una funeraria de Guamúchil desde los primeros días del homicidio (febrero de 2010) y que un agente del MP había dado fe de ellos. Y no se aprende de los errores. En vísperas de navidad encontré muy atribulado a mi amigo Erasto Portilla, me contó que desde octubre tenía desaparecido a Erasto su hijo. Había prometido no cortarse la barba hasta  encontrar a su muchacho. Sin noticias y con las esperanzas sin aliento decidió rasurarse en enero de este año. Ese día un agente de funeraria, no del Ministerio Público, le avisó que en el anfiteatro de su empresa en Navolato estaba depositado el cuerpo  de su hijo desde el mes de octubre. ¿Cuántos casos como estos habrá pendientes?

No está a discusión si es necesario un mayor presupuesto para la procuración de justicia, como tampoco debe estarlo para reconocer que para cumplir el a, b, c de la procuración hace falta sentido de responsabilidad y vocación, no de un cheque más generoso. ¿Hace falta una reforma en la procuración de justicia? No. Hace falta  una revolución. Vale.