OTRO MEXICO ES
POSIBLE
Adiós
a Sergio Obeso, quien creyó en la paz como vocación,
en la
justicia como derecho humano y en la
cultura como salvación.
Este 1° de julio es ya un parteaguas para México. El malogrado Carlos Fuentes dijo
que sería la última oportunidad del país para enrumbar su destino. La crisis
económica con sus millones de desempleados y de jóvenes rechazados de las
universidades, la crisis política con los crecientes índices de desprestigio de
los partidos y funcionarios públicos, la crisis social con el caos que imponen
la inseguridad y la corrupción, la crisis cultural con todos los elementos que
diluyen la identidad nacional y la crisis medioambiental a la que hemos llevado
a nuestro espacio vital, todo, todo eso reclama una reflexión antes del domingo
próximo de los ciudadanos empadronados y no, decididos a votar o a no hacerlo.
Hay cosas que no admiten el derecho a la
reserva o a la exclusión. Los grandes deberes nacionales no aceptan la divisa
platónica de que todos los problemas tienen más de dos soluciones. Aquellos sólo
tienen dos orillas. Se toma una o la otra. No hay medias tintas. De esa
naturaleza es el asunto electoral, sobre todo cuando está en juego la Nación
misma.
Llegamos al 1° de julio con un entorno
internacional sin precedentes desde 1945. En aquella coyuntura la guerra dejaba
un saldo de devastación en Europa, Asia, Medio Oriente y parte del Pacífico, pero el fin del conflicto traía
la esperanza de un mundo mejor. El día de nuestras elecciones tiene un marco
internacional muy diferente. Europa está al borde del colapso económico,
político y social, representa un alto riesgo de descarrilar la vieja locomotora
(Estados Unidos) que jaló el otrora crecimiento económico mundial y se
convierte en el callejón sin salida de las economías emergentes, incluida la
China. Si 1945 abrió al mundo una ventana
a la esperanza, 2012 le abre un zaguán a la desesperanza.
La situación nacional tiene varios
renglones con focos rojos que no auguran mejores tiempos si no se corrigen sus
causas. No compone la situación mencionada el que las reservas nacionales en
dólares estén en los 157 mil millones de dólares, porque a final de cuentas
sólo son un plato servido para quienes especulan con nuestra moneda. Tampoco
nos consuela mucho saber que las cuentas de los grandes monopolios van bien,
cuando hay 7.5 millones de jóvenes sin empleo y sin oportunidad de ir a la escuela
y cuando uno de cada cuatro trabajadores tiene ingresos porque se ha autoempleado.
El país tiene el alto riesgo de no
pertenecernos. La violencia nos está desterrando en nuestro propio solar. O
cómo llamarle a la triste situación que viven los más de un millón y medio de
desplazados por la violencia en el país. Y, lo más grave, los yerros de las
políticas públicas no pararon la violencia, la incentivaron como nunca antes,
arrojando los saldos lamentables en desaparecidos y muertos por el entorno violento.
Dónde quedó la Suave Patria de Ramón López Velarde.
Vale la pena preguntarnos ¿cuántos
proyectos se plantearon en el proceso electoral? ¿Qué plantean en esencia esos
proyectos para enfrentar los grandes problemas nacionales? Quizá lo que vivió
Grecia el pasado día 17 sea el espejo en el que debemos vernos. Sólo había
dos proyectos para enfrentar la crisis,
aunque las opciones partidistas eran muchas. Las opciones de derecha interna se
unieron impulsando una campaña del miedo por las posibilidades de ganar que
tenía la izquierda. El gobierno de Alemania contribuyó a esa campaña.
En México la campaña del miedo se hizo
sentir en los medios y se barajan opciones del llamado
voto útil para apuntalar al candidato más fuerte de la derecha. Todo con tal de
cerrar posibilidades a la opción de izquierda.
Pero México es el ave fénix, cuando
parece derrotado por sus propias contradicciones, se pone de pie. La irrupción
de los jóvenes #YoSoy132 así lo demuestra. Y su fresca entrada en escena de la
vida pública cuestionando los poderes fácticos de los medios y las vetustas
prácticas políticas, resulta en esa anhelada
esperanza para el país.
Acudamos a la urnas como nunca le hemos
hecho, reflexionemos el voto antes de cruzar las boletas
asumiendo “la última oportunidad” que planteó Carlos Fuentes y seamos
observadores de nuestras propias secciones electorales. Y como la democracia no
termina en la elección de gobernantes, iniciemos su segunda etapa: nuestra
participación ciudadana a partir del día 2 de julio para exigir un programa de
gobierno que resuelva los graves problemas de pobreza, desigualdad e
inseguridad.
Necesitamos un país donde los niños, los
discapacitados y los ancianos sean los únicos privilegiados. Vale.