TAREAS DEL
MOVIMIENTO POR LA PAZ
Para
don Jesús Michel Salas,
seguro
de que continuará entre nosotros.
−Compartamos, soñemos en una
sociedad nueva que se atreva a pensar distinto,… aprendamos, esa es la
construcción de la paz−. Dijo Emilio Álvarez Icaza al concluir el
Encuentro Nacional del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. En esas
palabras buscó contener todos los sentimientos, las iniciativas, los afanes, las
lágrimas y las penas de los asistentes al evento.
Más de doscientos veinte representantes de
diversas regiones del país nos dimos cita en la ciudad de Cuernavaca. Había que
informar e informarnos de la situación que vivimos los mexicanos en materia de derechos
humanos. Por encima de problemas y las urgencias del momento lo central era
darnos una organización y establecer agenda para los días venideros y la
imprescindible estrategia para el movimiento. Y se logró.
El diagnóstico que emitió la plenaria
pone a pensar al más pintado de los ciudadanos: observando las diferentes
regiones del país no se puede hablar de violencia, sino de violencias, pues sus
expresiones no tienen fuente única y alcanzan todos los espacios de la
actividad nuestra. Se identifica como parteaguas el
inicio del gobierno de Felipe Calderón y afirma que la desigualdad social y la
pobreza de aquel momento fueron marco propicio para dichas violencias y que la
disputa por los territorios entre las bandas de criminales radicalizó esas
expresiones violentas.
Desde la sociedad civil se ve con
preocupación que el Estado haya apostado a la violencia como recurso
privilegiado para combatir a la violencia. Y con mayor mortificación que se
criminalice la protesta social, mientras la situación que se padece empuja a
crecientes grupos de ciudadanos a la migración y al desplazamiento forzado.
Entre los lamentables saldos de esta
situación está un número indeterminado de ciudadanos desaparecidos y la
abominable trata de personas. La plenaria no quiso andarse por las ramas y
señala que es evidente la complicidad entre criminales y no pocos funcionarios.
A los ejes centrales que ya ha trabajado
el movimiento por la paz, bajo el convencimiento de que no hay paz posible sin
la reconstrucción del tejido social, el Encuentro abonó las siguientes líneas
de acción: acompañamiento a las víctimas, sintonizando sus lógicas y reclamos;
fin a la guerra como estrategia contra el crimen y la delincuencia; recuperar
la memoria histórica para hacer presente el pasado; acercamiento a otros organismos
y movimientos por la paz; protección a los defensores de derechos humanos y
promover la marcha que se organiza hacia los Estados Unidos.
En el terreno de la organización se
acordó una regionalización del país para que se dinamicen las decisiones
locales en coordinación con una dirección nacional común. Felicidades al
movimiento por la paz con justicia y dignidad.
Difícil dejar escapar un comentario
sobre el homicidio del general Mario Arturo Acosta Chaparro. Su muerte sucedió
en el marco del Encuentro del movimiento por la paz, pero la razón de
comentarlo es porque durante su estancia en el estado de Guerrero, en los años
setenta, se le vincula con la desaparición de un gran número de jóvenes, en
complicidad con el general Francisco Quiroz Hermosillo.
Como todos sabemos ambos fueron llevados
a juicio ante un tribunal militar, que los juzgó por
delitos relacionados con crimen organizado, evadiendo inexplicablemente el delito de
desaparición forzada. La violencia que no se va y que mantiene en jaque a esta
sociedad ha cobrado en Acosta Chaparro a una víctima más. Desde el movimiento
de los derechos humanos condenamos el homicidio, pero nunca estuvimos de
acuerdo en que ambos generales fueran exonerados de un delito de lesa
humanidad.
Con su muerte, la impunidad quedará como
el sello distintivo de las faltas cometidas en el servicio público ofendiendo a
la patria. Lamentable.