TORTURAS Y
CRIMINALIZACION DE MOVIMIENTOS SOCIALES
Más
ya lo sabes: todo fue mentira.
César Vallejo
-Nadie tortura a nadie-, declara el
gobernador Mario López Valdez. Y para volver más preocupantes sus conceptos y
la práctica policial, agrega “los momentos por los que vive Sinaloa y el País
no son precisamente de orden y respeto, y se enfrentan a circunstancias muy
difíciles nuestros policías.”
Un gobierno que prometió el cambio y que
para mayor garantía de transformación tiene en coalición a no pocos
funcionarios de izquierda, no se manifiesta abierto a la crítica y menos en
disposición de investigar y sancionar las violaciones a los derechos humanos.
Después de las reiteradas denuncias de torturas, malos tratos y detenciones
arbitrarias en Sinaloa y en México, de las expresiones de preocupación de
Amnistía Internacional, de Human Rights Watch ante el gobierno mexicano, de las recomendaciones de
la CNDH y de la CEDH (15 en los últimos tres años) sobre el particular y los
casos hechos públicos por la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en
Sinaloa, no cabe una declaración en esos términos. No al menos en un gobierno que
se reclama plural y democrático.
Se afirma que nadie tortura a nadie,
negando la más mínima posibilidad de que ello pueda suceder, a pesar de una
terca realidad que a diario desmiente lo dicho. Dos pequeñas perlas como
ejemplo: a principios de este año fue detenido el maestro Sabino Trujillo por
su presunta responsabilidad en el homicidio de Juan José Martínez ex alcalde de
Cosalá. Para disponer del detenido por más de las 48
horas constitucionales, la autoridad administrativa dejó asentado en la
averiguación previa que fue privado de la libertad un día después de los hechos
reales. La familia presentó queja en la Comisión de Defensa de los Derechos
Humanos en Sinaloa al día siguiente por la mañana. Si nos atenemos a la
averiguación previa, cuando se presentó la queja ante la CDDHS Sabino aún
gozaba de libertad. ¿Cómo explicar la angustia de esa familia y cómo entender
que para la legislación internacional (que es también nacional) toda detención
prolongada es tortura?
También ante la CDDHS se presentó queja
de que en una casa abandonada en las inmediaciones de la ciudad de Navolato (junto al Río) la policía de élite estatal
introducía a detenidos y los mantenía en el lugar por espacio de horas. Los
testigos presumieron que se torturaba en dicho local. La prensa registró la
denuncia y la CEDH hizo presencia para documentar la existencia de manchas muy
parecidas a sangre humana. Hasta hoy desconocemos si para la Procuraduría
General de Justicia la denuncia mereció una investigación en serio.
No podemos pasar desapercibida tampoco la
frase “orden y respeto”, porque no hace muchas décadas
fue la divisa favorita de Juan Carlos Onganía, de
Alfredo Stroesner y de Augusto Pinochet. Y con la
frase gemela “ley y orden”, impusieron los mayores golpes que las incipientes
democracias latinoamericanas hayan recibido, reduciendo las garantías civiles y
los derechos humanos a sólo consignas y anhelos de una sociedad agraviada.
Nos preocupa seriamente que esté pasando
todo esto y no haya una rectificación de las prácticas
violatorias de derechos humanos. Sería muy grave que la información de lo pasa
en las policías y en la PGJE no llegue a manos del gobernador. Sería peor que
llegándole de manera oportuna y clara no enderece las cosas tal como lo
prometió hace 15 meses. No sería difícil una investigación del más alto nivel a
partir de las denuncias conocidas. Creemos que aún es tiempo de enrumbar el
barco.
Y en el golpe de timón que debe darse en
las políticas públicas tendrá que incluirse
el trato al problema de los comuneros desplazados por la Presa Picachos. Abrir
procesos penales a quienes luchan pacíficamente por sus derechos económicos y
sociales, es ahondar las heridas que errores anteriores heredaron. Criminalizar
los movimientos sociales sólo puede llevar a polarizar innecesariamente las
relaciones Estado-ciudadanos.
La historia del país y la experiencia
como defensores de los derechos humanos nos repite hasta el cansancio que el
diálogo y la amigable composición son los recursos idóneos para la solución de
los problemas sociales. Y en tiempos de crisis resultan más aconsejables para
evitar injusticias y lo que más aman gobernantes y ciudadanos: la gobernanza.
Los organismos de derechos humanos
tienen mucho que aportar para una solución justa de los problemas sociales y
para alcanzar la paz y tranquilidad social. Ojalá y el gobierno estatal tenga
presente esta disposición y el prestigio de los defensores del pueblo, como
recurso privilegiado para lograr esos caros objetivos. Ojalá.