PA’ QUE LA
CARRETA LLEGUE…
Los
pobres son muchos
y
por eso
es
imposible olvidarlos.
Roberto Sosa
En opinión de analistas y muchos
ciudadanos no hay rumbo en la conducción del estado de Sinaloa. Es cierto que
las herencias gubernamentales negativas pesan y que las cosas en materia de
economía no se han dado de la mejor manera, sobre todo en la agricultura. Pero
la grandeza de un gobierno se construye resolviendo los grandes problemas en
tiempos de vacas flacas, no en los de bonanza.
Malgastado el primer año de gobierno,
aún hay tiempo de enderezar el barco. El primer paso que debe dar el gobierno
del estado es identificar los problemas centrales de la entidad y definir la
actitud a tomar frente a ellos y a los grupos económicos, políticos y sociales
que mantienen relación directa o indirecta en ellos.
Muchos dirán que no se requiere de gran
esfuerzo intelectual para dar con los problemas centrales, pero por el
comportamiento gubernamental de los meses anteriores la realidad exige un
ejercicio mínimo en este campo. La desigualdad social (agravada por las heladas
y la sequía en el campo, por el creciente desempleo y políticas fiscales
inadecuadas) y la seguridad son los temas centrales. Y anoto en primer lugar la
desigualdad social porque en ese orden debe aparecer, toda vez que la pobreza
que es su expresión más prístina es el mal mayor que padecemos. Todos los
esfuerzos oficiales se han encaminado a destacar el fenómeno del crimen y la
violencia, justificando crecientes presupuestos sin que los resultados se
correspondan.
Al identificar los problemas centrales
debe tomarse nota de los problemas económicos, políticos
y sociales que van de la mano con ellos. Si hablamos de la desigualdad social,
la situación ruinosa de gran parte del campo, el desempleo en la ciudad y en
los campos pesqueros deben destacarse. Pero tratar los problemas principales
exige dejar de lado los desatinos y las actitudes equivocadas del año anterior
que sólo exhibieron falta de oficio político y resultados contrarios a los
buscados.
Anoto tres ejemplos que deben eliminarse
si se quiere que el estado de Sinaloa se encamine hacia
una meta donde sus problemas centrales reciban el trato adecuado y la solución
toque el bienestar de todos. Primero, no se actuó con oportunidad en el
problema de las heladas de febrero y los damnificados tuvieron que recurrir a
la presión social para negociar apoyos, que a final de cuentas dejaron en el
más completo abandono alrededor de 122 mil hectáreas; segundo, se promovió al
menos una amplia reunión para la promoción del empleo, dejando a los
representantes de las dos grandes firmas empleadoras de Sinaloa en las últimas
butacas del auditorio; y, tercero, no hay convocatoria a todas las
instituciones educativas (de todos los niveles, privadas y públicas), a todos
los organismos del sector privado y a las asociaciones civiles más diversas,
para tratar los problemas centrales del estado.
Lo que debe quedarle claro a quien o
quienes gobiernan en Sinaloa, es que el gobierno no tiene
la capacidad para resolver por su cuenta los grandes problemas del estado, pero
sí crea las condiciones sociales sí puede tener una convocatoria efectiva para
enfrentarlos con amplias posibilidades de victoria. Como decían nuestros
mayores la carreta camina si la empujamos todos, pero si el empuje es disparejo
sólo dará vueltas en el mismo sitio.
Es claro que para crear esas condiciones
sociales hay que despojarse de intereses de grupo y hay que aceptar la crítica
y las propuestas que desde la sociedad o la oposición se den, pues sin el
imprescindible ejercicio de la democracia, no se avanzará un paso en firme.
Este año es año electoral y quizá las
condiciones de una coyuntura como esta no lleve a los partidos y fuerzas
políticas a la atención de compromisos en torno a tareas comunes, pero no es
imposible. Si el planteamiento de los problemas y la convocatoria a conjuntar
esfuerzos son planteados adecuadamente, puede haber buena respuesta. Hasta hoy
no se han presentado ni convocatoria ni acciones que inviten a marchar por esa
senda.
Si esto no se da durante el presente
año, no sólo habremos perdido otra oportunidad, quizá se cierre el ciclo de las
posibilidades de este sexenio y empecemos a vegetar políticamente. No parece
agradable el que nos resignemos a la inacción o a padecer los horrores que
vengan, pero si no hay convocatoria por parte de Malova,
¿habrá alguna fuerza emergente que lo haga?
Esperemos que sí suceda lo primero o en
el peor de los casos lo segundo. Que no seamos meros espectadores en un
escenario que nos obliga a decir algo. Y pa’ que la
carreta llegue…Que hablemos y actuemos como lo dice Antonio Casares: Cuando hay indignidad,
nos indignamos,/ si se resignan, no nos resignamos,/ si nos hacen caer, nos
levantamos. Vale.